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    La granja solar que lleva energía a 80 personas de una vereda

    La Navidad no pudo llegar con otro mejor regalo para los habitantes de la vereda Buenavista, sector Alto Redondo, de Paratebueno, Cundinamarca, que con la energía eléctrica. La luz que por más de 20 años esperaron llegó gracias a un sistema alimentado por el sol.

    Y es que bajo la luz de la vela sus habitantes vivieron durante medio siglo. Con ella realizaban las tareas los niños, o en las madrugadas, antes de levantarse, alumbraban el suelo para verificar que no hubiera una culebra que los fuera a picar.

    Con la luz de la vela también pasaron jornadas de zozobra durante el conflicto armado, como cuando, luego de la presencia guerrillera, llegaron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para asesinar a sus habitantes, relatan los pobladores de este cacerío, ubicado a unas dos horas del centro de Paratebueno, por una trocha que en época de lluvia es intransitable, y que lleva a la parte alta del municipio, sobre la cordillera Oriental.

    Fue, precisamente, su condición geográfica la que mantuvo a Buenavista desconectada del casco urbano, y de servicios como acueducto, alcantarillado o energía eléctrica.

    “A las 7 de la noche nos acostábamos a dormir porque aquí no había más para hacer. El mercado debíamos hacerlo semanal, y traer de a porciones pequeñas con el peligro de que, por falta de refrigeración, los alimentos se dañaran”, recordó Huber Castañeda, uno de los habitantes de la zona.

    Sin imaginarlo, la energía que necesitaban les llegaría de un compañero que siempre ha estado allí con ellos: el sol. Esto porque entre agosto y septiembre del año pasado Codensa, del grupo Enel, ideó un proyecto piloto para construir una granja solar en la vereda de Paratebueno, cuya población se mantiene del ganado y la producción de derivados de lácteos, como el característico queso siete cueros.

    “Esto hace parte de nuestro programa ‘Cundinamarca al 100 por ciento’, que busca llevar energía eléctrica a 8.500 hogares, aproximadamente, que aún no cuentan con el servicio. En Buenavista estudiamos las condiciones, pues por el terreno no era posible llegar con un sistema de alumbrado tradicional”, recordó David Felipe Acosta, gerente de Codensa.

    Así fue como para diciembre estuvo lista una Minigrid, que es un sistema de distribución de energía que se abastece de iluminación solar. Está conformado por 72 paneles solares, un banco de 24 baterías que la almacenan, y un sistema de generación de diésel, de 300 galones, que solo se enciende en caso de que no se genere energía en una temporada larga, como podría ocurrir en época de fenómeno del Niño. Así, se evitan los cortes del servicio.

    De esta Minigrid sale un cableado que lleva la energía a 20 hogares, ubicados hasta 3 kilómetros a la redonda y con lo que se garantiza el flujo de electricidad 24 horas al día, todo el año. El cableado no está conectado a la red de alumbrado tradicional, funciona de manera independiente.

    El cambio
    Hace cinco años Niyireth Rodríguez, la maestra de la escuela veredal, recibió del Gobierno Nacional nueve computadores y unas tabletas para que sus 15 estudiantes aprendieran con las nuevas tecnologías. Sin embargo, la escuela solo contaba con una pequeña planta solar que apenas le proveía energía y permitía que funcionará el WiFi.

    Hoy, con el nuevo sistema, ya todos los estudiantes pueden usar los equipos, pues tienen la potencia para cargarlos, además, cuentan también con un video beam para realizar actividades grupales, como jornadas de lectura.

    Los niños son los más fascinados con la llegada de la energía, pues conocieron lo que era una nevera. “Nos gusta hacer helados. Los preparamos de guanábana, de lulo, y bueno, de todas las frutas, y los comemos para el calor”, comentó Lizeth, una pequeña de seis años, que cursa grado primero. Lo dice con una sonrisa en su boca mientras come un queso que trajo una de las vecinas de la vereda.

    Y es que, en esta zona, la producción quesera y de los derivados de los lácteos es uno de los principales sustentos. Si no, que lo digan los esposos Claudia Castañeda y Mario Romero, quienes hace cuatro años se lanzaron a explorar un producto que hoy, y sin pensarlo, ya venden en Cáqueza, Villavicencio, y en Bogotá: el conocido queso siete cueros.

    “Mi esposo trabajaba con maquinaria pesada, o sea, se iba por temporadas. Hace cuatro años le pagó a un señor para que le enseñara a producir quesos y dimos un salto al vacío, porque eso nunca lo habíamos preparado. Fue una bendición porque hoy es lo que nos está dando de comer”, explicó Claudia.

    “Antes habíamos comprado una planta eléctrica en Bogotá, pero nos servía solo para refrigerar una parte de la mañana y de la tarde los quesos. Y para prender dos bombillos”, recuerda esta mujer.

    Hoy, en su casa ya hay un televisor, que es la novedad pese a ser un modelo viejo. También cuentan con un ventilador que facilita el secado de los quesos antes de empacar y le ahorra tiempo a la familia Romero Castañeda.

    Ellos viven junto a Flor María Gordillo, líder de Buenavista y una de las que impulsó la llegada de la granja solar instalada y operada por Codensa. “Ahora parecemos Bogotá. Somos la envidia de por aquí, porque la escuela, la cancha de fútbol, la iglesia también reciben luz. Antes uno no veía un alma después de las 7 de la noche en las calles, hoy los niños no se quieren entrar a las casas”, concluyó la mujer, de 68 años de edad.

    Fuente: EL TIEMPO

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