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    La energía limpia que los excombatientes llevaron a Miravalle

    Un "tornillo de Arquímedes" instalado por excombatientes genera energía suficiente para alumbrar el Espacio Territorial de Reincorporación de las Farc de Miravalle, en Caquetá, y a veredas aledañas. 

    Ramiro*, uno de los excombatientes que está en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETRC) de Miravalle, en San Vicente del Caguán (Caquetá), está emocionado. Por primera vez en sus años de estar vinculado a las Farc tendrá Navidad con alumbrado.

    Desde hace 15 días está funcionando sobre el río Pato un tornillo hidroeléctrico que genera 50 kilovatios de electricidad, lo suficiente para alumbrar 50 casas, si tuvieran 25 bombillos, 50 televisores y lavadoras prendidas durante 24 horas, producto del trabajo de varios excombatientes.

    Es toda una ocasión: además de que se cumplen dos años de la firma de los Acuerdos de Paz, esta es la primera vez que llega la luz a Miravalle. (En  contexto: En busca de "Ivan Márquez" y el "Paisa")

    El prototipo de este tornillo fue inventado por el ingeniero griego Arquímedes hace 17 siglos, y consiste en una especie de cilindro hueco con aspas ubicado sobre un plano inclinado, que se mueve en una especie de ciclo infinito.

    Los tornillos de Arquímedes modernos son usados, en su mayoría, para bombear aguas residuales en las plantas de tratamiento de agua. También se usan en silos y regadíos, pero solo en Múnich y en el Palacio Real de Inglaterra –sobre el río Támesis– hay tornillos de Arquímedes produciendo electricidad. El del Espacio Territorial de Miravalle es el primero en toda Latinoamérica.

    El huilense Raphael Armando Plazas es ingeniero electrónico especialista en sistemas fotovoltaicos y uno de los impulsores del proyecto. En 2012, cuando tenía 19 años, se ganó el Premio Nacional de Robótica que organiza el Sena y viajó a Inglaterra a representar a Colombia en el concurso internacional de Robótica. Quedó en el puesto catorce de entre 54 jóvenes de todo el mundo.

    Con eso se ganó una beca de la Fundación de Ciencia y Tecnología Colombo-Alemana para hacer una estancia con la empresa alemana Smart Hidro Power, que tiene un proyecto con un hidrotornillo que genera electricidad en Múnich.

    De vuelta a Colombia visitó el ETRC de Miravalle. Para enero de 2017 ya estaba de vuelta en Neiva, y en un arranque decisivo armó sus maletas, dejó su trabajo en el Sena y para marzo ya estaba viviendo con los y las excombatientes, donde nació la idea del tornillo.

    El aparato vendría a complementar la energía que produce una treintena de paneles solares instalados en el cañón del río Pato por los excombatientes, y que vistos de lejos forman el perfil de Manuel Marulanda. El mismo río que fue una de las rutas centrales del conflicto armado en Caquetá.

    Importar el aparato desde Francia costaba unos $800 millones. Para ahorrarse una plata –y un océano de distancia– Plazas contactó a su amigo Iván Joya, el gerente de una constructora llamada Ged Sas, en Neiva. Ahí, en la capital del Huila, se fabricó el primer hidrotornillo de Latinoamérica por $120 millones y con todos los juguetes: tornillo, caja multiplicadora, dique y generador. El dinero lo donó el gobierno de Noruega, Caritas Noruega, y el apoyo de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Colombia. La mano de obra, los ex combatientes.

    En octubre de este año el camión que cargaba el tornillo de 5 toneladas, 3 metros de diámetro y 8 de largo, avanzó por la carretera que va de Neiva a San Vicente del Caguán y subió hasta donde pudo la empinada trocha que lleva a la vereda Miravalle. El tramo restante hasta la entrada del ETRC Óscar Mondragón, que no aguantó el camión, lo hicieron unas 100 personas, entre excombatientes y oficiales del Ejército, arrastrando el tornillo. Así hasta llevarlo al caño del río Pato.

    Gracias al generoso raudal del río se podría hacer una hidroeléctrica pequeña, o para no ir muy lejos, sobrevivir a punta de plantas eléctricas que funcionan con acpm, como la mayoría de caceríos y resguardos indígenas en la Amazonia. Pero los exguerrilleros se fueron por la opción menos contaminante, aunque la más compleja de justificar científicamente dado que jamás se había hecho algo así en el continente.

    Es que no es suficiente tener un río caudaloso. Hay que medir los puntos exactos en donde el lecho del río hace curvaturas, la velocidad del paso del agua. Hay que medir dónde y cuándo el río empieza a “comer playa” y cambia su cauce. "Elegimos este caño porque tiene cierta inclinación perfecta. Durante varios meses hicimos mediciones de los niveles del río para calcular el mejor punto para hacer aprovechamiento energético. Contemplamos hacer turbinas, pero no todas funcionarían por la pendiente suave del río, entonces nos quedamos con esta opciónAdemás, como el tornillo se mueve más lento, genera menos resistencia y se desgasta menos”, cuenta Plazas.

    El aniversario número dos de la firma del Acuerdo de Paz en el Teatro Colón, en noviembre, fue la ocasión perfecta para mostrar el tornillo. Aprovechando la presencia de los medios, hace dos semanas, querían que al costado del hidrotornillo dijera Santrich libre, pero para evitarse problemas con los donantes dejaron al aparato sin bautizar.

    ¿Cómo funciona?

    La elegancia de este artefacto está en su sencillez. El tornillo está en un pequeño dique de cemento y es impulsado por el caudal del río Pato. El agua se cuela por las paletas del tronco del tornillo y genera un movimiento equivalente a 20 revoluciones por minuto (RPM).

    El tornillo está conectado mecánicamente con una caja multiplicadora, como un motor, que convierte esos 30 RPM en 1.600 o 1.800 RPM. A su vez, esa caja está conectada con un generador de energía que convierte la energía cinética en energía eléctrica.

    Casi 50 kilovatios por hora son repartidos a través de la red eléctrica que construyeron los excombatientes a lo largo del año pasado y que se conectan al restaurante principal del ETRC, a las veredas aledañas a Miravalle (en donde viven cerca de 300 personas), y a algunos espacios comunes dentro de la zona.

    “Esta es solo la primera fase. No basta con tener el generador, hay que hacer una distribución eléctrica más sofisticada. Por ejemplo, podríamos enterrar un cable subterráneo hasta donde están los proyectos productivos. Lo importante es que esté hibridado con los paneles solares”, dice Plazas.

    Un departamento a oscuras

    El problema con las conexiones eléctricas en Caquetá es de larga data. En 2017, todo el departamento se quedó sin luz por más de 14 horas por una falla en las subestaciones de la empresa departamental de energía, Electro Caquetá. Incluso, hasta el año pasado, los periódicos caqueteños anunciaban en mayúscula y con signos de exclamación que por fin había llegado la luz a Solano, “¡Increíble!”. La vida en ese municipio vecino a San Vicente del Caguán (y el más extenso del país) se apagaba a las seis y media de la tarde. Hasta los militares de la Base Aérea de Tres Esquinas quedaban a oscuras si la planta les fallaba.

    Los 5.000 habitantes llevaban años esperando a que se construyera una red eléctrica, pero la guerra nunca dejó que se levantaran los 72 kilómetros de red eléctrica que ahora existen. Pero no se trata solo de Caquetá. En Colombia, el 60 % del territorio nacional carece de conexión a la red nacional de suministro, lo que significa que 12.000 comunidades carecen de acceso a una fuente confiable de electricidad, según los cálculos del Ministerio de Minas y Energía.

    Según cuenta Plazas, la idea original de El Paisa era hacer una empresa de modo que la red eléctrica fuera sostenible y superara el problema de la desconexión eléctrica del departamento.

    Los paneles, el hidrotornillo y las cuatro plantas de energía que producen 10.000 kw de energía por hora son manejados por la cooperativa de los excombatientes, Mmavecoop (Manuel Marulanda Vélez Cooperativa) con esa intención, al igual que otro proyecto productivo de peces y hortalizas hidropónicas.

    De acuerdo con monseñor Fabio Henao, director de Pastoral Social, Miravalle fue el espacio de experimentación perfecto. “Hay cohesión, hay intención. Tuvimos los primeros diálogos con el Paisa y luego toda la Teófilo Forero se movilizó para hacerlo realidad”.

    Solo el tiempo dirá cómo se comporta el hidrotornillo en crecientes súbitas o en la época de sequía que arranca en diciembre. Por ahora, Plazas se quiere ir a Múnich a aprender cómo hacerle mantenimiento y manejo al hidrotornillo y enseñarles a los 20 estudiantes del Centro de Electrónica (que es un cuartico de ladrillos con ventanas en medio de la ETRC). A pesar de la zozobra, habrá alumbrados navideños en Miravalle. Otro paso hacia la paz.

    FUENTE: EL ESPECTADOR

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